Por la tarde salimos a pasear por Beteta y fue un éxito. Teresa y yo nos animamos a bailar jotas y conversamos con un señor que nos invitó a una fiesta en la calle que organizaban algunos vecinos y que nos recomendó tener cuidado con "los dos pájaros" que nos acompañaban, es decir, nuestros respectivos maridos. Estaban preparando el porrón de vino, la sandía en la fuente para que estuviera fresquita y un montón de leña para torrar la carne, era tentador, pero queríamos subir al castillo y la verdad es que mereció la pena, os muestro las imágenes en el siguiente post...
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